Baja la marea... se lleva a la mujer sabia,
hueca y promiscua
que abreva indistintamente en las aguas de Osho y de Cortázar.
Baja la marea de la histeria
y aparece la niña con un ramillete de flores silvestres
y unos ojos tan negros, tan translúcidos
que no llegan a esconder un cierto desamparo;
de un brillo ávido y una exigencia de aventura
que al menos a mí me dan ganas de saltar,
de hacer piruetas.
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