miércoles, 23 de abril de 2008

Difusa

La barra está difusa porque
uno hace lo que quiere con la mente,
y más allá de la barra, nada.
No, ya no hay nada; ni noche ni magia
ó ya me cuesta. Sin embargo,
me entrego al papelón,
a la fuerza que me arrastra tan abajo,
hasta el cuello con perfume Cumbia.
¿Por qué me embebo en piel si la piel no escalofría?
Sí, ya sé:
son los hoyitos al comienzo de la espalda.
¿Qué sorpresa ó qué excusa?
Ahí dibujo con los dedos.
Es deseo de vampiro, me digo.
Por eso yo no estaba en el espejo.
Dioses, los intimo:
¡La imagen para la magia!
la que me abrió a los néctares primeros
cerquita de la abuela
que entre almácigos de crataegus
me despabilaba en vano.

No hay comentarios.: